10 cosas divertidas que puedes hacer con cariocas XD
Daimonions, un alma dentro de otra
Ignorada
Así es como me siento últimamente, como me sentí el día en que nadie tomó ninguna de mis ideas para las entrevistas del periódico, como me he sentido hoy en clase de religión.
(bueno, eso más bien ha sido instintivo).
Una vez me criticaron porque no decía lo que pensaba, ¿pero y si cuando lo dices nadie te escucha?
Hace ya unos cuantos años, mientras veía Princesa por sorpresa 1, oí una frase que hoy en día me repito constantemente en momentos como este: "Tener poder para que la gente te escuche, ¿tú sabes lo afortunada que eres por eso?" Pues no, no lo sé porque nadie me escucha, o fingen hacerlo, o no comparten mi opinión, o no me entienden.
Muchas veces me siento como si tuviera a todo el mundo en mi contra, y eso me hace pensar que lo que diga, lo que haga o lo que piense va a estar mal. ¿Por qué? Y yo qué sé. Pero me siento una extraña, una inigual, alguien que pasa como una mancha invisible que no debería hacerse notar y cuando lo hace, todos la miran mal. Eso en general, por supuesto. A veces hay momentos en los que uno agradece ser "invisible", como cuando era pequeña y me enrojecía cuando todos me miraban (cosa que aún sigo haciendo, a veces), balbuceaba, aunque también me deprimía horriblemente cuando nadie me hacía caso (en mayúsculas). Las pocas veces que lo hacían siempre era para "consolarme" porque una niña me había tratado mal, para pedirme una cosa prestada, o también cuando hacía cosas que yo creía que eran guays (y en principio lo eran) y la gente se fascinaba y se amontonaba para pedirme que lo hiciera una y otra vez. Eso sólo conseguía agobiarme, y fue lo que pasó en el campamento de 6º de primaria, x, como si fuera de un circo. Vamos, que muchas me he llegado a sentir utilizada, y odio esa sensación, más que nada porque yo defiendo la libertad y es lo que ansío.
Hoy en día, estoy acostumbrada a pasar desapercibida, he aprendido que la gente que lleva años en esa faceta casi nunca cambia para los de su alrededor, es decir, siempre la ven como el "eslabón débil de la cadena", la que merece ser ignorada. Pero yo también quiero que me escuchen, quiero que me aprecien por lo que soy y que me dejen vivir en paz y libre, porque sé que lo valgo. Así que de vez en cuando estaría bien que mis ideas fueran aceptadas, porque, lo dije en otra entrada, no me creo que todas ellas sean malas. Es como insultarme si me dicen eso, como afirmar que carezco de creatividad, lo cual es horrible para un@ escritor@. Todo eso a veces me hace desmoronarme por dentro, lo reconozco, y me llena de inseguridad. Cuando veo a la gente aportar sus ideas y a los demás aceptándolas, no puedo evitar preguntarme: "¿Y yo qué? ¿Es que no soy buena para lo que hago?" Y es entonces cuando me entran las crisis de creativad, que encima empeoran mi estado de ánimo. Bueno, no es tanto una crisis de creatividad, sino más bien como una especie de miedo a esa creatividad, miedo de que lo que escriba sea rechazado como me ha pasado a lo largo de estos años.
Mi mente es muy confusa, lo admito y dos sentimientos suelen mezclarse frecuentemente: la rabia y la impotencia. A veces me entran ganas de rendirme; pero otras, me digo a mí misma que no puedo dejar que me venzan así, que tengo que seguir adelante, que he de gritar al mundo "Que os den a todos, aquí estoy". Porque, como dice una canción, "the winners need someone to clap for them" (los ganadores necesitan que alguien les aplauda).
Eso es todo lo que tengo que decir, no más. Ya me he desahogado lo suficiente.
Se despide "La Escritora" :)