Desde que tengo memoria soy aficionada al cine, y aún más a la literatura. Los libros me enseñaron lo que era el amor, lo que era la justicia. Podía pasarme horas y horas leyendo y releyendo páginas, ansiando como los protagonistas el final feliz, que casi siempre se cumplía.
Pero con el paso de los años, una descubre que la vida no es de color de rosa.
Crecí sabiendo que lo que sucedía en las películas y en los libros no es más que ficción, pura y dura ficción, pero entonces, ¿por qué llegaba a identificarme tanto con un personaje? ¿Por qué me asombraba cuando la gente me decía que le había pasado cosas muy parecidas?
Creí que había algo, aunque fuese una mínima parte, de verdad en esas historias.
Sin embargo, seamos justos, la vida no es una película.
No existen caballeros medievales, y muchos menos héroes. Tampoco hay finales felices, al menos para mí. He pasado toda una vida viendo historias que se repetían una y otra vez, llegando a comprenderlas, pero pocas veces a identificarme con ellas. Creía que el mundo podía ser un lugar donde podría encajar.
A los doce años, pensé que mi vida mejoraría cuando estuviese en Bachillerato. En Bachiller, pensé que mi vida mejoraría con creces cuando llegara a la Universidad.
Pero estoy en la Universidad y todo sigue igual, incluso peor. Y poco a poco dejo de tener sueños y aspiraciones porque he aprendido que mi vida no está hecha para el final feliz de las películas. No soy un drama, ni una comedia, ni una tragicomedia... No soy nada. El mundo se ha cebado conmigo demasiadas veces y, por ser quien soy, no puedo tomármelo con humor como harían otros, siempre viendo el lado positivo de las cosas. Yo no soy así, hace tiempo que dejé de ser así. Sufrí mucho, y aún sigo sufriendo. Me siento como un fantasma en una sociedad que avanza a mis espaldas. Si miro atrás todavía puedo ver mi reflejo en el cristal: el de una pobre chica solitaria que siempre se sentaba sola en el autobús, mirando por la ventana, imaginando que algún día aparecería esa persona especial con la se identificaría y podría ser feliz. Pero como he dicho, la vida del cine no está hecha para mí. No soy una princesa de cuento, y ni siquiera soy una persona normal marginada, porque incluso esas acaban siendo felices en las películas. Solo soy una pequeña parte de esta sociedad cruel.
La buena suerte no existe para mí, me pasan desgracias todo el tiempo. Soy la típica chica que siempre está perdiendo algo, a la que le pueden vacilar o robar fácilmente. Nunca puedo permitirme andar con confianza por la calle, porque sé que si lo hago, terminará pasando algo, como la experiencia me ha demostrado. Y piensas: "¿Por qué me ocurren estas cosas solo a mí?" La que casi nunca habla, la rarita que lleva bolsos frikis de series que nadie más ve. Si la gente me mira, siempre es de forma rara. Me siento criticada incluso por personas a las que no conozco. Si me atrevo a ir sola al cine, la gente se cree que no tengo amigos y que soy una marginada, y por eso se creen con derecho de hacer cosas como robarme un gorro de lana que me compré hace unos meses y que siempre usaba.
No sé qué ven los chicos en mí, y no creo que lo sepa nunca, porque últimamente casi siempre estoy llorando. Lloro cuando nadie me ve, y luego finjo una sonrisa ante mis padres. Pasan por completo de mí que ni se dan cuenta o, si se dan, lo malinterpretan. Ni siquiera mi madre se ve capaz de sentir el menor aprecio por mí. No confía en mí, me trata como una estúpida y me mina la moral y la autoestima cada día con sus gritos y sus insultos.
Me siento muy sola. Ni siquiera me siento capaz de confiar estas cosas a mis amigos, mi increíble y humilde familia de verdad. Cuando estoy con ellos, me siento a gusto y mis barreras se deslizan por un momento, creyendo estar a salvo entre tres, cuatro o cinco barreras más que pueden ponerse en tu lugar perfectamente. Pero entonces descubro que la vida trata mejor a esas personas que a mí. Siempre, o por lo menos muchas veces, tienen suerte. Son capaces de vivir experiencias que para mí son inalcanzables. A ellos nunca les han robado, o han perdido cosas, o los han tachado de torpes e inútiles. Su vida parece tan perfecta ante mis ojos, que pienso que es imposible que lleguen a sentir alguna vez lo que yo siento, y es cierto. Nadie puede sentir lo que yo siento, soy única en mi especie. Única. Cuando todo lo que querría es que el mundo me dejase en paz de una vez, en lugar de tratarme tan mal. Cuando lo único que querría es ser una persona normal como los demás, hablar como los demás, no tener miedo de hacer locuras, vivir las mismas experiencias, ser igual de aceptable para los demás. No puedo saber que muchas de esas personas también pasan a veces por cosas igual de traumáticas o tristes. Yo sufrí bullying, otros también. Lo que les diferencia de mí es que son capaces de seguir luchando, porque aún les quedan fuerzas y herramientas para hacerlo. Todavía tienen algo a lo que aferrarse.
Yo, en cambio, veo cómo el fino hilo que me ata a esa vida, a esa esperanza, se desliza por entre mis dedos. Se me ha escapado ya tantas veces y he corrido tanto tras él, tropezándome, que llegará un día en el que ya no pueda seguir más y me derrumbe, y el hilo se me escape para siempre y vuele lejos.
Si esto fuera una película, al final aparecería algo que me hiciese agarrar con firmeza el hilo y no soltarlo nunca, pero la vida no es una película, y mi vida ya no puede ir a mejor, sino a peor.
Soy la persona que escribe esta redacción como vía de escape al dolor que siente en estos momentos. Dolor porque ya está harta de este mundo miserable, que la golpea una y otra vez desde que empezó el año. De haberlo sabido, jamás habría querido que acabase el anterior. Soy la persona prescindible, de la que todo el mundo pasa. Ni siquiera mis compañeros de clase se acuerdan de mí, salvo para cuando les interesa. Tengo amigos, sí, unos pocos en la Universidad y otros fuera, pero ¿quién de ellos me escogería como compañera para vivir una aventura o para permanecer en una isla desierta cuando tienen otros miles de amigos más enrollados que pueden darles lo que exactamente quieren?
No soy una persona desagradable, siempre lo he hecho lo mejor que he podido. Creí que si era buena persona como los protagonistas de los libros que leía de pequeña, al final me acabaría pasando también algo bueno. Pero gracias a mi madre he descubierto que no soy buena persona en verdad. He sido una hipócrita toda mi vida. Creía estar haciendo cosas buenas por los demás cuando siempre me he preocupado por mí misma, solo por mí. Si ella se hubiese molestado en ponerse en mi lugar, quizá habría sabido que si lo hacía, era porque nadie más me prestaba atención. Cuando nadie mira por ti, empiezas a hacerlo tú. Y ese egoísmo se incrementa, y cuando te pasan tantas cosas malas o pequeños infortunios de golpe, no puedes evitar hacer de un grano toda una montaña, y empiezas a maldecirlo todo: tu familia, el mundo que te rodea, tu personalidad... Empiezas a odiarte a ti mismo y, como las comparaciones son inevitables, te preguntas por qué no puedes ser como la amiga con la que todos se ríen, o como la amiga que tiene éxito profesional y todo le sale a pedir de boca.
En cambio, a mí no me queda más aspiración que una, y ni siquiera es probable que se cumpla. Me pregunto si dentro de diez años estaré aquí, desahogándome de nuevo en este lamentable blog cuyo nombre es como una bofetada en toda la cara en estos momentos. Pura ironía. Creí que mis sueños eran luz, pero en realidad no existe la luz para mí, tan solo la oscuridad.
Pesadillas y oscuridad.
A una vida mejor inexistente
Publicado por
Naia
domingo, 10 de febrero de 2013
2 comentarios:
Hola Nai, la verdad no sé si leerás esto (espero que sí) pero después de mucho tiempo se me ha ocurrido pasarme por tu blog y la verdad me ha dado mucha pena leer esta entrada y a la vez me he sentido identificada con muchas cosas que dijiste... Te aseguro que muchas personas se han sentido como tú o quizás incluso han pasado por peores situaciones. Incluso aquellos que se ven "perfectos" muchas veces son los que más sufrimiento ocultan tras sus sonrisas. Yo sé que a veces es terriblemente agotador sentir que las cosas no te salen bien, que el universo pareciera estar conspirando en tu contra constantemente y que empiezas a perder las esperanzas de que algún día tu vida mejorará y cumplirás los sueños que te habías propuesto... Pero sabes, uno siempre va a pasar por malas rachas, y si no existieran esas tampoco sabríamos cuales son las buenas. No creas que la vida es miserable, que es cruel o que no vale la pena vivirla; todo lo malo es siempre momentáneo, y al igual que una tormenta que puede durar muchísimo tiempo, siempre termina saliendo el sol tarde o temprano. E incluso si esas nubes grises nos pueden parecer tan deprimentes a ratos, es decisión tuya si te quieres quedar sentada viendo como cae la lluvia, o si vas a salir afuera a mojarte y divertirte. Porque incluso en situaciones así depende de ti que las cosas se vean un poco mejor; no es ser ciegamente optimista, sino poner todo lo que puedas de tu parte para no hundirte. Obviamente siempre van a haber factores externos que no podremos controlar, pero ten siempre en mente que los sueños que te propongas los vas a poder cumplir si te esfuerzas en hacerlo. Si tantas otras personas lo han logrado, ¿por qué tú no? No me cabe duda de que eres una persona muy capaz, seguramente estás sana, tienes dos piernas y dos brazos, tienes la capacidad de escribir tan bien como lo haces, la oportunidad de ir a la universidad... Así como tú envidias a esas personas que parecen llevar una vida perfecta, estoy segura de que muchas otras deben envidiarte a ti, aunque no te lo creas. Y lo que diga o piense el resto, ¿qué importa? Es tu vida, no la de ellos. Deja los malos comentarios de lado y sólo acepta las críticas constructivas para mejorar en lo que se pueda, pero trata de disfrutar lo que al vida te ofrece sin pensar tanto en otros, sino en ti. Yo sé que llegarás tan lejos como quieras si te lo propones, no dejes que una mala racha se convierta en una mala vida. Y bueno, este largo comentario lo he hecho porque como te dije me siento identificada con muchas cosas que dijiste, así que créeme que muchos otros también han pasado por lo mismo... Y bueno, no olvides que en varios lugares del mundo aún cuentas con tu familia daimónica y que además tienes a Andros, así que nunca estarás del todo sola :) Ánimo y espero que tu visión de la vida mejore pronto, un abrazo!
Gracias Lau. Por supuesto, siempre os tendré a vosotros, y no creas que os olvido, porque nunca lo hago y nunca lo haré. He llorado al leer tu comentario. Nadie me ha hablado nunca así. Siempre he temido contar estas cosas en alto porque la gente aquí en España no es... tan sincera, y yo tengo sangre mestiza y no puedo evitarlo. Y, sinceramente, ya no es que esté deprimida, sino que siento una soledad inmensa, de la que no me puedo desquitar. Me encantaría mudarme y empezar de cero, conocer gente nueva, solo para demostrarme a mí misma que puedo hacer lo que dices. Tu comentario me ha ayudado, no quisiera que pensases que no ha sido suficiente. Pienso que tienes razón, aunque sinceramente, la teoría y la práctica suelen ser muy distantes. Y bueno, no sé qué más decir.
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